Elegido a sus setenta y un años, hizo reformar el calendario. Se había creado un desequilibrio de diez días en el cómputo anual. Se distinguió por su celo apostólico y su capacidad organizadora.
Ayudó mucho a los numerosos colegios que iban surgiendo en Roma. El Colegio Romano, fundado por los jesuitas, fue subvencionado con tanta generosidad por este Papa, que recibió el nombre de Universidad Gregoriana.